Se inauguró en Almagro el Complejo Teatral Ítaca: quién es el actor que apuesta por una nueva sala
El espacio del actor Ernesto Falcke se despliega en una casa chorizo reciclada a nuevo y cuenta con dos salas
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En el barrio de Almagro se abrió un nuevo espacio cultural llamado Complejo Teatral Ítaca. Cuenta con dos salas que se despliegan sobre una vieja casa chorizo de Humahuaca casi Medrano. Su dueño es el actor Ernesto Falcke, quien compró la casa en 2019 pero sintió que esa jugada era, como reconoce a LA NACION, una oportunidad, un desafío. El gran espacio, en el cual ahora mismo diversos obreros trabajan en los últimos detalles, cuenta casi con 500 metros cuadrados.
En el hall ya está instalado un bar con sus mesas y a metros de allí está ubicada la sala Harold Pinter, que cuenta con unas 50 butacas recuperadas de un viejo cine de barrio de Villa del Parque. El espacio, que posee un generoso sótano para almacenamiento de escenografías o para ser usado para una propuesta de corte experimental, está acondicionado también para la proyección de películas.
En el primer piso está la sala Raúl Serrano, con capacidad máxima de 120 butacas montadas sobre gradas retráctiles para darle mayor capacidad de uso y un espacio escénico de unos 6 metros de ancho por unos 7 de profundidad. Todo el trabajo acústico de las salas fue desarrollado por estudiantes de la Universidad de Tres de Febrero. Cada una cuenta con impecables camarines puestos con todos los requisitos imaginables. A la sala del primer piso también se puede acceder por un ascensor para facilitar el recorrido. Y arriba, en la terraza, hay una gran espacio con visuales hacia las típicas casas de Almagro que, por ahora, el público no podrá acceder. Pera está, ahí, expectante a que la sala de sus primeros pasos para poder ir creciendo.
Ernesto, junto a otras personas que venían de la escuela de teatro de Raúl Serrano, había tenido una sala a pocas cuadras de aquí que se llamó el Galpón del Abasto. Aquel emprendimiento, como suele suceder con muchas salas alternativas de la ciudad, tuvo que cerrar por temas presupuestarios. Lo mismo sucedió con el centro cultural que funcionó acá mismo en donde él había trabajado como actor. Pero, en 2018, su dueña dijo basta. Ahí fue cuando el actor lo compró haciéndose cargo de una fuerte inversión económica, papeleríos y empezar a lidiar con la obra en sí misma para dejarla en perfectas condiciones.
Cuando todo estaba lleno de maquinarias, obreros e ilusiones llegó la pandemia. “Nos agarró en plena construcción. El espacio estuvo cerrado por casos de Covid. En definitiva, nos pasó lo que le pasó al país, pero hubo que sostener el proyecto. Todo, lógicamente, se postergó. Pero estamos llegando al final”, reconocía hace unos días en una de las mesas del futuro bar.
Durante el tiempo de confinamiento leyó La Odisea, que, junto a La Ilíada es uno de los primeros textos de la épica grecolatina. “Ahí apareció la imagen de Ítaca como destino. Por otra parte, una poesía de Konstantino Kavafis dice algo así como que a pesar de las dificultades que uno tenga en el camino lo valioso es que uno no haga crecer lo malo, sino que lo tome como aprendizaje de la vida”, recuerda su propio camino hasta llegar acá, al barrio de Almagro en donde conviven la mayor cantidad de salas alternativas de la ciudad. “Durante la pandemia, mi forma de resistencia fue hacer lo que no podía hacer y aprovechar el tiempo en las cosas que antes no podía dedicarme por estar metido en la rutina” sintetiza su proceso. Así es como la referencia a una isla griega ahora despliega sus formas en una calle que remite al paisaje multicolor de la puna jujeña.
En el amplio complejo teatral hay paredes impecables preparadas para colgar muestras en un centro cultural pensado para que convivan experiencias escénicas, musicales y cinematográficas. “Todo esto nace del deseo, un deseo que impulsa un proyecto que no está pensando en términos de rentabilidad económica. Mi intención es hacer un aporte a la ciudad, a la cultura en general. Ninguno que pone un teatro piensa en hacerse rico, todo lo contrario”, expresa sin muchas vueltas. A futuro, se imagina generar nuevos públicos; por eso mismo ya estuvo reunido con gestores de otras salas del barrio para tratar de amar una estrategia en común.
Ernesto Falcke se formó con el actor, dramaturgo, director y docente Raúl Serrano. “Tuve la suerte de trabajar con él en varios espectáculos. Lo he visto en muchas situaciones trabajar con una calidad ética que me resulta muy valiosa. Me parecía que llamar a una de las salas con su nombre era mi forma de homenajearlo”, confiesa su discípulo. Hace unos días, Serrano fue la figura central del corte de cintas en lo que fue la primera actividad con público. Días atrás, en la calle Humahuaca 4027, la directora Cecilia Meijide estrenó Alicia confusión, montaje que cuenta con coreografía de Pablo Castronovo y dramaturgia de Juan Ignacio Fernández que retoma el clásico de Lewis Carroll para contar una historia sobre la posibilidad de cambiar. Luego, será el turno de Paisaje, de Pinter, con las actuaciones de Laura Cristal y del mismo Ernesto Falcke, dirigidos por Diego Ferrando, y a mediados de noviembre será el turno de Luisa, con la actuación de Luciana Cervera Novo y la dirección de Natalia Pascale
“El teatro porteño es de mucha calidad artística, pero hay que encontrar la manera de hacerlo sostenible. Es el desafío que se nos viene. Que la calidad estética y artística se pueda sostener en el tiempo desde la propia estructura”, reconoce el encargado de todo esto que se acercó a la escuela Raúl Serrano cuando tenía 20 años. Llegó ahí para vencer tu timidez. “Estaba estudiando Derecho en la facultad y empecé a sentir que me costaba la comunicación con el otro y yo, reconozco, soy de encarar las cosas que me cuestan. Entonces empecé a formarme como actor y me di cuenta que una vez que pisás el escenario no lo soltás. El teatro es un espacio en el que se duplica la existencia. Es algo muy conmovedor, atrapante”, asegura el actual escribano que, gracias al teatro, domesticó su timidez. Y en el juego de duplicar personalidades, su trabajo como escribano le permitió tramitar las habilitaciones de otras salas porteñas. Desde ayer, el actor, el escribano es anfitrión del Complejo Teatral Ítaca, la nueva sala de Almagro.
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